Hasta
hace pocos decenios el profesor de lenguas era un “aficionado” que imparte este idioma porque la
domina especialmente su gramática y su sistema formal. Sin embargo este no
había recibido una formación específica sobre la docencia de lenguas.
Un profesor es el protagonista absoluto de la
clase, por un lado el profesor es, ” el responsable ante la sociedad de
transmitir a futuras generaciones el acopio de los conocimientos que la
humanidad ha ido almacenando”, por otro
lado cabe decir que la docencia no es una tarea fácil, sino, al contrario esta
profesión exige mucho labor para poder conseguir los logros deseados. Desde los
años setenta se ha preguntado mucho sobre la eficacia de lo que se transmite a
los alumnos en una clase de lengua aplicando un método u otro; para eso se hizo
varios cuestionarios realizados por el famoso Girard (1977) sobre miles de
alumnos de 12 a 18 anos, intentando responder a la cuestión siguiente;” ¿Es
posible llegar a establecer normas
estándar sobre lo que los alumnos en general esperan de un
profesor?”; los resultados dieron como
fruto de que un profesor ideal es aquel que explica con claridad; hace todo lo
posible para que su curso sea interesante (juegos, chistes, actividades en
grupo, etc.); enseña una buena
pronunciación de la lengua objeto de estudio. Si nos fijamos en estas tres
cualidades que los encuestados han querido destacar para el perfil de un
profesor de idiomas, nos damos cuenta que lo fundamental para los estudiantes
es entender lo que se imparte durante la sesión de clase de una manera eficiente y eficaz; aquí también
resalta el rasgo práctico de la personalidad de un docente.
La
retroalimentación “feed back” de los discentes demuestra un nivel
intelectual alto de estos. Esto refuerza la idea de que las características
personales de un profesor determinan el idealismo de este, más que su
preparación profesional o la metodología
utilizada; en aquella época cuando el método audio –oral (audiolingual method ( siglo XX)) ya estaba en crisis, cosa que se transciende
en los resultados de la encuesta, porque fue el peor valorado por los alumnos.
En
conclusión, un profesor que trabaja en clase con mucha dinámica, entusiasmo y a
su vez, es práctico puede ser este profesor que los estudiantes lo califican
como “ideal”, por eso el docente tiene que darse cuenta de lo siguiente; “Las emociones dificultan o favorecen nuestra
capacidad de pensar, de planificar, de acometer el adiestramiento necesario
para alcanzar un objetivo a largo plazo, de solucionar problemas ,etc… ,y, en
este mismo sentido, establecen los limites de nuestras capacidades mentales innatas y determinan así
los logros que podremos alcanzar en nuestra vida. Y en la medida en que estemos
motivados por el entusiasmo y el gusto
en lo que hacemos- o incluso por un grado óptimo de ansiedad- se convierten en
excelentes estímulos para el logro.
(Goleman 1996: 97).
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